Posición Bíblica sobre la
“Doctrina” de la Predestinación
Posted by Sana Doctrina on feb 16, 2008 in Doctrinas |
Dr. Tommy Ashcraft
Pastor de la Iglesia Bautista Monte Hebrón de Monterrey, N.L.
INTRODUCCIÓN
El lector notará que en el título de este artículo la palabra “doctrina”
aparece entre comillas. Esto es porque técnicamente, la predestinación no debe
categorizarse como doctrina. La palabra “predestinación” nunca se menciona en
la Biblia, mucho menos en relación con la doctrina. La palabra “predestinar” en
alguna forma solo aparece tres veces en las Escrituras: Romanos 8:29
(“predestinó”) y Efesios 1:5 (“predestinado”), y Efesios 1:11
(“predestinados”). En los tres pasajes, la predestinación se menciona NO en
referencia al hecho de que uno sea o no salvo, sino que habla de la posición o
el privilegio compartidos en el futuro de los que ya somos salvos.
Romanos 8:28 es uno de los versículos más citados por los cristianos. Ha sido
una fuente de mucho consuelo en tiempos de confusión acerca de los eventos
contrarios de la vida de un cristiano dedicado. Pero Romanos 8:28 está
incompleto sin Romanos 8:29. Romanos 8:29 no habla de la predestinación de ser
salvo o no. Habla del “prediseño” de un individuo salvo de ser hecho conforme a
la imagen del Hijo de Dios. Dios ha predeterminado que nosotros seamos como
Cristo.
La teoría que se conoce comúnmente como “calvinismo” se introdujo por el
teólogo católico Agustín en el siglo IV. Agustín enseñó que Cristo murió no por
todos los hombres, sino por unos cuantos a quienes Dios había escogido y
predestinado para ser sus hijos. Enseñó que todos los demás fueron creados para
ir al infierno. Enseñó como una realidad que todos los que fueron creados para
ir al Cielo estaban como si estuvieran ya en el Cielo, y que todos los que
fueron creados para ir al Infierno, estaban como si ya estuvieran en el
Infierno. A Agustín póstumamente le fue otorgada la canonización por la Iglesia
Católica Romana.
Más de 1,000 años después, Juan Calvino, un ex-católico, avivó esta enseñanza
que había sido olvidada desde la muerte de Agustín. Es por Calvino que la
enseñanza recibió su nombre: “calvinismo”. Agustín, el padre de esta enseñanza,
también enseñó que el bautismo de los infantes fue necesario para poder ir al
Cielo. Enseñó que una persona podría tener una regeneración genuina, piedad
genuina, y hasta fe genuina, pero sin ser miembro de la Iglesia Católica, esto
no le serviría de nada, y que iría al Infierno. Agustín también es responsable
por la enseñanza de la perfección sin pecado de María. Es comprobable que
muchos de los errores doctrinales actuales de la Iglesia Católica tienen su
origen en los escritos de Agustín.
Nadie pretendería que Juan Calvino haya sido bautista. Fue un reformador. No
mostró verdadero cristianismo ni en su actitud ni en su comportamiento. Fue un tirano que perseguía y encarcelaba a
los que no estaban de acuerdo con él.
Hoy en día algunos enseñan que un cristiano tiene que ser o calvinista o
arminiano. Esto no es cierto. Un cristiano puede y debe simplemente creer la
Biblia. No pretendemos comenzar a entender la mente de Dios tocante a la
relación entre su soberanía y la voluntad libre del hombre. Sin embargo, sí
entendemos la enseñanza clara de la Palabra de Dios, que Dios le dio al hombre
una voluntad libre para escoger entre el bien y el mal, y una voluntad libre
para aceptar o rechazar a Cristo como su Salvador.
La doctrina de la predestinación absoluta como la
presentan los “calvinistas” se reparte entre cinco puntos. (En inglés, los
puntos comienzan con las letras T.U.L.I.P., formando un acrónimo que significa
“tulipán”.)
1. La Depravación Total.
(Un término
usado por Juan Calvino). La interpretación bíblica de la Depravación Total es
que todo individuo humano es pecador por naturaleza, por elección y por
práctica. Todos tienen una naturaleza pecaminosa. La Depravación Total no
significa que todo individuo es tan malo como es posible que sea. No significa
que todos los hombres son tan malos en sus acciones terrenales, en lo que es
humanamente posible ser, como lo serían, creyéramos como Juan Calvino quisiera.
Si el hombre no tiene la voluntad libre para escoger entre el bien y el mal,
¿cómo se explica la enorme diferencia entre el criminal habitual que asesina
sin conciencia ni remordimiento, y el hombre moralmente bueno pero inconverso,
líder en asuntos civiles y sociales en su comunidad?
Hay cosas buenas y encomendables en las vidas de
muchas personas que no pretenden ser cristianas (no son buenas a los ojos de
Dios, pero en un sentido terrenal, sin son buenas obras).
La Depravación Total significa que cada aspecto de la naturaleza de la persona
ha sido afectado, tocada, manchada, contaminada, pervertida o influenciada por
el pecado. Todos los hombres son capaces de ser totalmente “buenos” (estamos
hablando en comparación con los demás hombres, no de su condición espiritual),
sin embargo, por su voluntad libre escogen no serlo. Esta es la interpretación
bíblica de la Depravación Total, una posición gustosamente tenida por los
bautistas fundamentales.
Juan Calvino tomando la doctrina bíblica de la Depravación Total añadió a la
Palabra de Dios y la amplió a una posición extremosa y anti bíblica. Juan
Calvino llamó su doctrina “Depravación Total”, sin embargo, lo que Juan Calvino
enseñó debe ser llamado “herejía”.
Bajo el término “Depravación Total” Calvino creyó,
enseñó y promovió la “Incapacidad Total”. Enseñó que el hombre NO tiene
voluntad libre en el asunto de la salvación, sino que su salvación o perdición
fue predeterminada solo por Dios, y que el hombre obra mecánicamente como un
robot. En respuesta a preguntas acerca de esto, Juan Calvino escribió:
“¿Quién, entonces, podrá ser salvo? Eso es lo que decide solamente la voluntad
soberana de Dios, y nada más. Es asunto puramente de la voluntad soberana y
divina que, sin duda, por buenas razones que solo Dios mismo conoce, y que
ninguna de éstas está relacionada a ninguna cosa que distingue a un hombre de
otro, Dios escoge a algunos y rechaza a los demás.
La elección de Dios no tiene que ver con la presciencia
excepto en cuanto a que El sabe previamente quiénes serán los miembros de la
raza humana.” (Los Institutos de Calvino, III, xxiii, página 10).
Entre Génesis 2:16 y Apocalipsis 22:17, Dios le dio
al hombre la libertad para escoger. En relación con Génesis 2:16-17, Juan
Calvino habla engañosamente. Los versículos dicen: “Y mandó Jehová Dios al
hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás.”
Note que Dios mandó a Adán que NO comiera del árbol de la ciencia del bien y
del mal. Juan Calvino quisiera que creyéramos que Dios en efecto mandó que Adán
no hiciera tal cosa, pero que Dios ya había determinado que Adán violara el
mandato de Dios. Eso convertiría a Dios en el autor de la desobediencia
voluntaria.
Juan Calvino escribió:
“La única ocasión en que se podría
suponer que haya existido la voluntad libre fue en Adán antes de la caída.
Adán pudo haber resistido, si quisiera, siendo que cayó solo por su propia
voluntad. En esto la integridad del hombre fue dotada de una voluntad libre por
la cual, si hubiera escogido, habría obtenido la vida eterna. Sin embargo, no
existe la realidad en la voluntad libre así atribuida al hombre, en vista de
que Dios había decretado la caída, y por lo tanto esto debe haber de alguna
manera predispuesto la voluntad de Adán. Su voluntad no fue dejada en un
equilibrio neutral, ni tampoco su voluntad jamás fue en suspenso ni
incertidumbre. Fue inevitablemente seguro que tarde o temprano, Adán caería en
la maldad, y con esa caída inevitable, se desapareció todo rasgo de la libre
voluntad que el hombre habrá tenido. A partir de ese tiempo, la voluntad se
corrompió junto con toda la naturaleza del hombre. El hombre ya no poseía la
capacidad de escoger entre el bien y el mal.” (Los Institutos de Calvino, II,
Página 8).
La creencia que el hombre no tiene la
capacidad de escoger entre el bien y el mal, pone la responsabilidad y el
origen del pecado del hombre sobre Dios.
Calvino quisiera que creyéramos que somos “robots”,
y que nuestras acciones son decretadas por la voluntad soberana de Dios. La
creencia que el hombre no tiene capacidad de escoger entre el bien y el mal, y
que como consecuencia, hace el mal, pone la responsabilidad del pecado del
hombre sobre Dios mismo. Esa es una posición bíblicamente intolerable.
En la declaración misma de Calvino arriba citada,
una vez más Calvino habla con engaño.
Dice:
Que Adán pudo resistir;
Que Adán cayó por su propia libre voluntad;
Que la caída fue decretada por Dios.
Juan Calvino, ¿cuál es tu posición, al fin?
Las tres declaraciones no pueden ser verdad.
La Biblia enseña claramente que Dios alumbra a los
pecadores (Juan 1:9; 12:32, y 16:8). La Biblia enseña también que el hombre
tiene una voluntad libre, y que el hombre ejerce libremente esa voluntad. Esto
se cubrirá también bajo el punto llamado “Gracia Irresistible”. Por ahora,
notemos simplemente que a través de la Biblia Dios establece la voluntad libre
del hombre para escoger para sí mismo (Juan 1:12, 3:16, 5:24, Hechos 2:21,
16:30-31. Esta es una lista corta de muchos versículos que establecen la
voluntad libre del hombre para escoger.
Los bautistas fundamentales rechazamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a
lo que él llama La Depravación Total, que en verdad es la Inhabilidad Total.
Creemos y enseñamos que el hombre está totalmente depravado, pero que Dios, en su voluntad soberana,
dotó al hombre de la capacidad de escoger entre el bien y el mal, entre Cristo
y el Diablo, entre el Cielo y el Infierno.
2. La Elección Incondicional.
Calvino
enseñó que Dios eligió, escogió o predeterminó que ciertas personas serían
salvas e irían al Cielo. Muchos calvinistas contemporáneos declaran que no
creen en la “doble predestinación” – que significa que ellos no creen que Dios
eligió o predestinó a la gente para ir al Infierno – solo a los que van a ir al
Cielo. Si uno cree que Dios de hecho predeterminó que ciertas personas fueran
al Cielo, eso requiere que uno crea también que todos los demás fueron
predeterminados para ir al Infierno.
Tocante a este asunto, Juan Calvino escribió:
“El
reprobado, así como el elegido, es señalado por Dios como tales por el consejo
secreto de Dios, y no por ninguna otra cosa” (Calvin’s Institutes II, xxii,
Página 11)
En una carta a Christopher Liertet, Calvino escribió: “Tú eres muy engañado si
crees que los decretos de Dios pueden ser mutilados, en cuanto El haya escogido
a alguno para la salvación pero a ninguno a la destrucción. Tiene que haber una
relación entre los elegidos y los reprobados.” (The Teaching of Calvin, Chapter
Vl, Página 109).
En otra
ocasión, Calvino escribió:
“Su suerte fue la elección directa e inmediata de Dios, justificada por sus
vidas, pero no necesariamente como consecuencia de ellas. Pudo salvarles de su
condenación así como lo hizo con los elegidos quienes no fueron más dignos de
ser salvos, pero esa condenación fue establecida en la eternidad pasada, y nada
de lo que había en ellos pudo transferirlos a la clase contraria, así como nada
de lo que pueden ser los elegidos puede convertirlos en reprobados”. (Calvin’s
Institutes III, iii, página 4).
Esto es totalmente contrario a la Palabra de Dios.
1Timoteo
2:3-4, 2Pedro 3: 9, Hechos 17:30, Juan 3:16-17, Ezequiel 33:11). Dios siempre
ha dicho “Si alguno quiere…” (Marcos 8:34). “Todo aquel que cree…” (Romanos
1:16) ¿Qué significan estas palabras? Si interpretamos la Palabra de Dios
consistente y literalmente, tenemos que concluir que Dios le dio al hombre a
escoger. Enseñar la “doctrina” de la Elección Incondicional es añadir a las
Escrituras lo que Dios no enseña ni tampoco tenía la intención de que el hombre
enseñara.
Lo que Juan Calvino enseñó, no fue “Elección Incondicional”, sino “selección”.
Si fuera un hecho que Dios hubiera seleccionado a algunos, distinguiendo
moralmente a un hombre de otro, entonces Dios hace acepción de personas. Pero
la Biblia dice en Romanos 2:11 y Hechos 10:34 que no hay acepción de personas
con Dios.
Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de la
Elección Incondicional y la Condenación Incondicional de Dios, sino que creemos
y enseñamos que todo aquel que quiere puede venir a Cristo por el ejercicio de
su propia libre voluntad. Es nuestra responsabilidad darle a la gente el
mensaje del evangelio, dándoles así la oportunidad de escoger a Cristo y ser
salvos, o rechazar a Cristo y perderse.
3. Expiación Limitada.
Calvino
enseñó que la sangre de Cristo se derramó solo para los elegidos.
Enseñó que no fue para los no elegidos. El
calvinista de hoy, para disfrazar su creencia, ha cambiado el tercer punto del
calvinismo a Expiación Particular. Es otro nombre, pero la misma herejía. No
importa cómo se llame, la enseñanza sigue siendo falsa doctrina. La Biblia es
muy clara en este punto, como lo es en cualquier doctrina. Hebreos 2:9 declara
que Cristo gustó la muerte por todos.
2 Pedro 2:1
dice: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre
vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras,
y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción
repentina.”
1 Juan 2:2 dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente
por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
Este versículo no dice ni implica que Cristo haya gustado la muerte solo por
los “elegidos”, ni que haya sido la propiciación solo por los “elegidos”. Tal
enseñanza es herejía.
Es una
doctrina condenable y condenadora, enseñar que la sangre de Cristo no haya sido
derramada para toda la humanidad desde el comienzo de la creación. Algunos nos
dirían que aceptan los otro cuatro puntos de la enseñanza de Calvino, pero que
no aceptan la Expiación Limitada. Si uno acepta la enseñanza calvinista tocante
a la Inhabilidad Total, y la Elección Incondicional, no tiene más alternativa
que aceptar la enseñanza de la Expiación Limitada. Es imposible aceptar una sin
aceptar la otra.
No es posible pretender que la sangre de Cristo fuese derramada por todos los
hombres a la luz de la declaración de Calvino: “Los reprobados, así como los
elegidos, son escogidos para ser tales por el concilio secreto de la voluntad
de Dios.” (Calvin´s Institutes III, xxii, Página 11) y “… su condenación fue
determinada desde la eternidad pasada, y nada podría transferirlos a la clase
opuesta.” (Calvin’s Institutes III, iii, Página 4).
Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a
la Expiación Limitada. Creemos y enseñamos que la sangre de Cristo fue
derramada para todos los hombres, y que es efectiva para la purificación de los
pecados de todo aquel que se acerca a Cristo.
4. Gracia Irresistible.
En seguida
de la Elección Incondicional, Juan Calvino enseñó que si una persona fuera uno
de los que elegidos para la salvación, ocurriría que en el momento en que Dios
está (o estaba) listo para que esa persona se convirtiera en cristiano, la
persona vendría a Cristo (no por su propia voluntad, sino como un robot que no
puede resistir la gracia de Dios). De nuevo, como en el caso de la Expiación
Limitada, encontramos que el calvinista contemporáneo intenta disfrazar o
esconder su doctrina. Podrán cambiar el nombre de la enseñanza de la Gracia
Irresistible a otro nombre, pero sigue siendo la misma herejía.
Dios es Dios soberano.
Creemos, aceptamos,
nos regocijamos y nos gloriamos en esa verdad. Sin embargo, Dios, siendo
soberano, escogió darle al hombre una voluntad libre y la capacidad de escoger
o rechazar el evangelio. Dios no creó un robot que vendría a Cristo
mecánicamente. Efesios 1:12 dice: “a fin de que seamos para alabanza de su
gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.”
¿Qué gloria o qué alabanza habría en el hecho de que aceptáramos a Cristo si no
tuviéramos alternativa en el asunto? ¿Qué significaría si no pudiéramos
resistir su gracia? Nada. Juan Calvino se refería con frecuencia a Juan 6:44-45
como prueba de su posición: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió
no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los
profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al
Padre, y aprendió de él, viene a mí.” (El énfasis es mío.)
Estos mismos versículos REFUTAN la enseñanza de Juan Calvino acerca de la
“Gracia Irresistible”. La palabra “trajere” no significa “forzar”. De acuerdo a
otros textos en la Palabra de Dios, no PUEDE significar un “atracción
irresistible”. La misma palabra “helkuo”, que se traduce “trajere” en el vs. 4,
se encuentra en Juan 12:32 que dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos atraeré a mí mismo.” Si la palabra “trajere” en Juan 6:44 enseña Gracia
Irresistible, entonces la Biblia enseñaría en Juan 12:32 que todos los hombres
son irresistiblemente atraídos a Cristo. Todos (hasta los calvinistas)
reconocemos que esto no está sucediendo. La palabra “trajere” en Juan 6:44
significa lo mismo que “atraeré” en Juan 12:32. Esto está en armonía con toda
la palabra de Dios.
Dios alumbra a todos los hombres (Juan 1:9).
Dios convence a todos los hombres (Juan 16:8).
Dios atrae a todos los hombres (Juan 12:32).
Dios deja la decisión a cada hombre (Juan 3:16).
La Gracia Irresistible en sí se forma de términos mutuamente contradictorias.
Si es
irresistible, no es gracia. Si es gracia, no es irresistible.
Una gracia irresistible destruiría la cualidad
personal de la relación entre Dios y el hombre que es establecida por la gracia
e involucra la respuesta libre de la voluntad del hombre al amor y la gracia de
Dios.
Vemos la gracia de Dios rechazada por el hombre en Proverbios 1:24-35: “Por
cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,
25 Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis,”
Mateo 23:37: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los
que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”
Juan 5:40: “y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
En Hechos 7:51 Esteban dice: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de
oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así
también vosotros.”
(Vea también Mateo 22:3 e Isaías 65:12)
Los bautistas fundamentales creemos que Dios alumbra a todo hombre que viene al
mundo. Creemos y enseñamos que la gracia de Dios puede ser rehusada o aceptada.
No aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de que la gracia de Dios es
irresistible. No hay un solo pasaje en la Escritura que enseñe que la gracia es
impartida irresistiblemente.
5. La Perseverancia de los Santos.
Muchos confunden esta enseñanza con la doctrina de
la seguridad eterna del creyente, o como la describimos los bautistas: una vez
salvo, salvo para siempre.
La enseñanza de Calvino acerca de este punto fue
totalmente diferente a la doctrina bíblica de la seguridad de la salvación del
creyente. Calvino enseñaba que una persona que es de los “elegidos”
perseverará. Su enseñanza no tenía nada que ver con el poder guardador de Dios.
Si el individuo es elegido, sería imposible perderse, no por la gracia
salvadora y guardadora de Dios, sino por el simple hecho de ser uno de los
elegidos. Enseñaba que si uno no “perseveraba” hasta el fin, después de todo,
no era de los “elegidos”, sino que había sido solo un impostor – un falso
profesante. Su énfasis estaba de acuerdo con el título de la doctrina: fue la
perseverancia de los mismos santos, y no que los santos hayan sido sellados por
el Espíritu Santo, y guardados por el poder de Dios. La enseñanza de Juan
Calvino es totalmente diferente a la doctrina bíblica acerca de la seguridad eterna
del creyente, y ajena a la Biblia. Los versículos que enseñan que el creyente
es guardado por el poder de Dios incluyen, pero no están limitados, a Juan
10:28,29; Romanos 8:35-39; Efesios 4:30; y 1 Pedro 1:4,5.
Conclusión. Quisiéramos hacer varias observaciones en referencia al asunto de
la soberanía de Dios, la voluntad libre del hombre, y la enseñanza extraña de
Juan Calvino
.
1. La Soberanía de Dios. Nosotros creemos en la soberanía de Dios, pero creemos
que en el asunto de la salvación, Dios deja la decisión final con el hombre.
Dios ha diseñado un plan de salvación en que le ha dado al hombre la voluntad
libre para aceptar o rechazar ese plan. Creemos sin duda que Dios sabía, desde
antes de la fundación del mundo, quién aceptaría a Cristo, y quién escogería
rechazar a Cristo. 1 Pedro 1:2 dice: “elegidos según la presciencia de Dios
Padre…” NO creemos que Dios decidió, determinó, eligió, o seleccionó a quién
recibiría y quién no recibiría a Cristo.
2. Los términos que confunden. En referencia a los
términos calvinistas modernos, hay mucha confusión y mala interpretación. Son
llamados “calvinistas”, “hipercalvinistas”, “calvinistas de cinco puntos”… de
cuatro, tres y dos puntos.” Los cinco puntos del calvinismo que mencionamos
aquí son como las fichas del dominó que permanecen o caen todos juntas. No es
posible derribar uno de ellos y sostener los otros cuatro.
3. La Voluntad Libre del Hombre. Alguien tuvo que
decidir en cuanto a la salvación. En la enseñanza de Calvino, ese “alguien” fue
Dios. Para aceptar esta doctrina, uno tiene que aceptar que Dios, en la
eternidad pasada, seleccionó a los que serían y a los que no serían salvos, y
que la decisión de Dios no fue relativo a ninguna cosa que podría distinguirlo
a uno moralmente de otro.
Los bautistas fundamentales rechazamos los cinco
puntos de la enseñanza llamada “calvinismo”, que se originó en el Infierno, fue
presentada en las enseñanzas de Agustín, un “santo” católico del siglo IV, y se
ha hecho famosa y ha causado mucha confusión por Juan Calvino de la Iglesia
Reformada del siglo XVI. Juan Calvino escribió comentarios sobre la mayoría de
los libros de la Biblia, que recibieron la recomendación de Karl Barth, el
famoso pero errado teólogo, quien los llamó “mejores que la mayoría”.
Hay una forma muy sencilla de detectar a un hereje, o los que enseñan la falsa
doctrina. Hágale la pregunta: “¿Qué tiene que hacer una persona para ser
salva?” Si se le hace la pregunta a una persona que cree y enseña la doctrina
de Juan Calvino, y contesta: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…”,
entonces su respuesta implica la voluntad libre del hombre, y su respuesta
contradice su doctrina. Lo que el “calvinista” DEBE contestar, para estar en
armonía con su doctrina, es “Para que una persona sea salva, tiene que ser uno
de los ‘elegidos’, y entonces podrás creer en el Señor Jesucristo y ser salvo.
Si uno NO es uno de los ‘elegidos’, entonces no hay nada que uno puede hacer
para ser salvo.” También podría contestar: “Tiene que esperar hasta que haya
una ‘atracción’ que uno no puede resistir, entonces puede ser salvo
automáticamente si es uno de los ‘elegidos’.”
RESUMEN: En realidad, la doctrina calvinista está diametralmente opuesta al
verdadero y sencillo mensaje del Evangelio de Cristo, y es un ataque abierto
contra él. Es herejía enseñar que Dios, en la eternidad pasada, sin respetar la
decisión que él por su presciencia sabía que haríamos, escogiera a algunas
personas para ir al Cielo y predestinara a otros para ir al Infierno. En 1 Juan
2:2, la Biblia dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
La Soberanía de Dios y la Voluntad Libre y la Responsabilidad del Hombre. Se
nos ha dicho muchas veces que hay dos grandes doctrinas de la Palabra de Dios:
La Soberanía de Dios, y la Voluntad Libre del hombre. Se nos ha dicho que
tenemos obligatoriamente que aceptar ambas doctrinas, aunque en nuestras mentes
finitas no las podemos reconciliar.
Si con decir que Dios es soberano, uno quiere dar a entender que Dios es 100%
dominante en 100% de los asuntos del hombre, comenzando con su salvación,
entonces tenemos que rechazar la “soberanía” de Dios.
Aceptamos el hecho de que Dios PODRÍA, si así lo decidiera, ejercer su
soberanía o dominio en cada detalle minucioso de la vida del hombre. Que Dios
PODRÍA hacer esto no es debatible. El es Dios. Sin embargo, nosotros creemos
que Dios, en su soberanía, a propósito se limitó a Sí mismo, en que le dio al
hombre una voluntad libre. Esto de ninguna manera desacredita ni deshonra la
soberanía de Dios.
Creemos que Dios conoce (y que conoció desde antes de la fundación del mundo)
cada decisión que haría el hombre, y cada detalle de la vida del hombre (1 Pedro
1:2).
No aceptamos la enseñanza de que Dios decretó todas
esas decisiones, esos detalles y esas acciones. Si la soberanía de Dios se
extiende más allá de la voluntad libre del hombre, o si se dice que la voluntad
libre del hombre siempre actúa en completa armonía con los decretos soberanos
de Dios, entonces los así llamados “decretos soberanos de Dios” están en
continuo conflicto con la Palabra, la naturaleza, el carácter y la santidad de
Dios.
Esta posición presentaría miles de problemas teológicos que son inaceptables a
la luz de la revelación divina. Que el hombre lleve a cabo decretos pre
ordenados crearía una existencia mecánica que no dejaría lugar para la
responsabilidad humana, y cualquier intento de Dios de juzgar al hombre por su
pecado sería injusto. Y sobre todas las cosas, Dios es justo. La posible lista
de las inconsistencias en esta enseñanza podría ser interminable. Pero esto
ilustra claramente el punto.
El hombre tiene una voluntad libre y actúa independientemente NO del
conocimiento de Dios, sino de su soberanía, porque Dios decretó que el hombre tendría
ese privilegio, y lo dotó con esa capacidad. El hombre es responsable por sus
decisiones y sus acciones. FIN.